miércoles, 4 de junio de 2014

TE LO VOY A EXPLICAR CUALQUIER DÍA


Amor, te lo voy a explicar cualquier día,      
quizás, entre junio y septiembre
(mis meses favoritos).
Significa que éramos geniales.
Que aquellas mágicas horas,
 -en que nuestro único refugio
  eran las sábanas  del amanecer,
  donde se deshacía la luz en tus manos-,
aún están alojadas en mi corazón.
Aunque hay días, incluso meses,
que se desdibujan y desaparecen
por lugares intransitables de mi mente.
Al cabo de algún tiempo vuelven,
con la cegadora luz de alguna estrella
que se quedo a vivir entre mis muslos.
Vuelven y, sin compasión,
me susurran al oído historias inconfesables
que colorean mis mejillas,
que se encienden y  queman
como la lava de un volcán.
Vuelven y me dejan desordenados los cabellos,
sin ningún resquicio de esperanza
de volverlos a tener entre mis dedos.
Vuelven y desaparecen sin dejar rastro,
sin dejar ninguna nota en mi buzón
sin despedirse como Dios manda
sin más

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