Nunca escuché cantar a mi madre.
Cosía hasta dejarse los ojos pegados
en aquellas telas ajadas de mercadillo,
pero nunca la escuché cantar.
Sus manos siempre aplastando la tristeza.
Por la radio escuchaba las coplas
de Conchita Piquer
Pero ella no cantaba, ni siquiera
las tarareaba…
Mi madre cosía las desgarraduras.
Hilvanaba el dolor, y lo prendía
de su pecho, y nos abrazaba.
Nos abrazaba y nos enseñaba a vivir
con los bolsillos limpios.
Los bolsillos siempre limpios,
zurcidos, pero limpios.
Nunca escuché cantar a mi madre,
Sí… escuché su silencio,
su sacrificio,
su calma,
su amor.
Mi madre.
Cosía hasta dejarse los ojos pegados
en aquellas telas ajadas de mercadillo,
pero nunca la escuché cantar.
Sus manos siempre aplastando la tristeza.
Por la radio escuchaba las coplas
de Conchita Piquer
Pero ella no cantaba, ni siquiera
las tarareaba…
Mi madre cosía las desgarraduras.
Hilvanaba el dolor, y lo prendía
de su pecho, y nos abrazaba.
Nos abrazaba y nos enseñaba a vivir
con los bolsillos limpios.
Los bolsillos siempre limpios,
zurcidos, pero limpios.
Nunca escuché cantar a mi madre,
Sí… escuché su silencio,
su sacrificio,
su calma,
su amor.
Mi madre.
Aquí estoy..leyéndote,una y otra vez..aunque este poema le da tristeza a mi soledad..leerte me acompaña.Beso Puri.
ResponderEliminarAquí estoy..leyéndote,una y otra vez..aunque este poema le da tristeza a mi soledad..leerte me acompaña.Beso Puri.
ResponderEliminarGracias mi querida Verito... siempre.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso amiga