Este rodar del
tiempo sobre mis venas,
el persistente
aliento de la noche,
mi vida reducida
a un instante,
y todo lo que aborrezco entrando
a través de las
grietas de mi memoria.
El miedo por la
huida de mis lágrimas,
no saber el
horario de tus risas,
mi cuerpo
clavado en la cruz de tus desganas,
y los recuerdos arrojando a la cara
trapos sucios.
La certeza de no
haber aprendido nada,
mis manos llenas
de vanas promesas,
saber que el
dolor se arrastra hacia mí
vilmente, y que
jamás se repliega.
Sentir que a mi
piel se le escapó la seda,
que los años se
pasean a sus anchas por mis canas
y que tus ojos
desvían su mirada
hacia otros
mares más azules y bravíos,
Todo confirma la
derrota.
Se abren de par
en par las puertas
a la tristeza.
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